Entre los siglos XII y XV
se desarrolló cierto nivel de vida matemática. Nuestra primera
referencia es Leonardo de Pisa (c. 1 170 - 1 250), más conocido como
Fibonacci, quien escribió en el año 1202 el famoso Liber Abaci
(Libro del ábaco). En este libro introdujo los métodos de cálculo
hindú con enteros y fracciones, las raíces cuadradas y cúbicas.
Tanto en este libro como en el que publicó en 1 225, Liber
Quadratorum, estudió el álgebra, aunque usando palabras más que
símbolos y basando sus resultados en métodos aritméticos. Ofreció
soluciones de ecuaciones determinadas e indeterminadas tanto para
ecuaciones de primer y segundo grado como para algunas cúbicas.
Liber Abaci |
En su Practica Geometriae, 1 220, introduce resultados de los Elementos de Euclides y un poco de trigonometría griega. Leonardo se dio cuenta de que en el Libro X no se introducían en la clasificación de irracionales todos ellos, y que las raíces de algunas ecuaciones de tercer grado no podían ser construidas por el método de la regla y el compás.
Otra referencia importante, esta vez en las matemáticas, es Oresme (c. 1 323 - 1 382). En Algoritmus Proportionum (c. 1 360) introdujo cómputos con exponentes fraccionarios. En otros trabajos, De Uniformitate et Difformitate Intensionum y Tractatus de Latitudinibus Formarum, Oresme consideró la razón de cambio, y estableció una forma de representación que se ha llegado a afirmar como precursora de la representación en coordenadas. De hecho, también, se le atribuye una contribución al concepto de función y a la representación gráfica de leyes físicas.
Otra referencia importante, esta vez en las matemáticas, es Oresme (c. 1 323 - 1 382). En Algoritmus Proportionum (c. 1 360) introdujo cómputos con exponentes fraccionarios. En otros trabajos, De Uniformitate et Difformitate Intensionum y Tractatus de Latitudinibus Formarum, Oresme consideró la razón de cambio, y estableció una forma de representación que se ha llegado a afirmar como precursora de la representación en coordenadas. De hecho, también, se le atribuye una contribución al concepto de función y a la representación gráfica de leyes físicas.
Le Tractatus de Latitudinibus Formarum |
Brunschvicg así lo apunta:
"Le Tractatus de Latitudinibus Formarum (cuya influencia fue grande y duradera hasta tal punto que, desde el descubrimiento de la imprenta, cuatro ediciones se sucedieron de 1 442 a 1 515), enseña a representar las variaciones de cualquier magnitud que sea, transportando sobre una superficie plana las líneas de señal que habían sido hasta el momento trazadas sobre una esfera. Los grados del fenómeno natural se describen por la ordenada; y constituyen así lo que Oresme llama latitud de la forma; la longitud, es decir la línea de las abscisas, describe los tiempos correspondientes''. [Brunschvicg, Leon: Les etapes de la philosophie mathematique, p. 103.]
Muchos historiadores opinan que la Europa medieval, a pesar de algunas actividades y tendencias culturales o cognoscitivas, difícilmente podría haber realizado por sí misma un progreso sustancial en las ciencias y las matemáticas. Contra eso conspiraban la ausencia de pensamiento libre, el control dogmático de las principales escuelas de formación (que impedía a los profesores e intelectuales la posibilidad de una enseñanza y un pensamiento crítico y científico), la represión institucional de carácter religioso cuyo signo más evidente fue la Inquisición, iniciada por el Papa Inocente III en el siglo XIII.
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